IDENTIFICAR SUSTITUTO DEL PACIENTE INCOMPETENTE
Conforme aumenta en el paciente la dificultad para dar
razón o cuenta de sus propias acciones,
algunos pacientes van siendo incapaces,
e incluso incompetentes para cuidar de sí mismos. También son
incompetentes para tomar sus propias decisiones, y puede llegar el momento de
tener que declarar legalmente su incompetencia,
de modo que sean puestos bajo el
cuidado de una tercera persona.
El ser declarado incompetente puede conllevar ciertos riesgos
para el paciente, pues perderá el control de su propia vida y de su bienestar.
Por ello, es particularmente importante definir qué se entiende por
competencia, de modo que los criterios protejan
a los enfermos mentales y a los débiles.
La primera cuestión que vamos a
considerar es la diferencia entre competencia y capacidad, ya que uno de ellos
es un concepto legal y el otro, un
concepto clínico.
Capacidad es un término clínico
que se utiliza cuando se examinan las implicaciones sobre la posibilidad de tomar decisiones acerca del
propio cuidado médico y el modo de vida.
“La capacidad es una habilidad para entender, procesar información, tomar
decisiones y llevar a cabo las tareas relacionadas, de un modo consistente y protector de acuerdo a una serie de valores
demostrados durante un período de tiempo determinado.
Esto implica que no existan
alteraciones del juicio por defunción cognitiva, angustia emocional abrumadora o enfermedad física”.
Más aún, la capacidad es específica para algunas decisiones
particulares. Una persona puede ser
considerada como capaz para tomar una
determinada decisión, como decidir dónde vivir, y sin embargo, ser incapaz con
respecto a otro tipo de decisión, como decidir acerca de un tratamiento médico
mayor.
Competencia, es un término legal,
que es ampliamente utilizado para referirse a la aptitud para tomar decisiones
en general (no sólo para tomar decisiones médicas). Se asume que una persona es competente a
menos haya sido determinado lo contrario por
una corte legal. Tradicionalmente, el concepto legal de competencia ha
sido un concepto global, de todo o nada, que llega desde costumbre estática
dentro de un contexto limitado. Dentro de este contexto, un paciente incompetente, sería aquel que ya no
es capaz de comprender información y de tomar las decisiones relativas,
entendiéndose esta capacidad como una capacidad cognitiva total.
Por ello, el paciente debe ser
evaluado clínica mente antes de ser declarado incompetente. La evaluación
clínica es llevada a cabo por el médico,
quien juega el papel central en dicho proceso. Sin embargo, cuando la capacidad del paciente es puesta
en entredicho, el médico no debe ser el
único en evaluarla. Hay una necesidad cada vez mayor de implicar a otros
profesionales de la salud –enfermeras, trabajadores sociales, psicólogos y terapias ocupacionales como un equipo multidisciplinario. El psiquiatra debe evaluar al paciente si
surgen dudas acerca de la alteración del juicio o de
la percepción, o si sospecha de depresión severa.
Un aspecto que
debe ser evaluado, obviamente, es
la capacidad del paciente para tomar decisiones médicas con respecto al cuidado
de su propia salud. El otro aspecto, es
ayudar a determinar hasta que
grado es posible una vida independiente
tomando en cuenta si ha habido un
empeoramiento en el deterioro físico o
mental.
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