lunes, 22 de octubre de 2012


La capacidad de los pacientes para tomar decisiones

Una de las cuestiones no resueltas hoy en día es la capacidad de la evaluación para participar en el consentimiento informado.  Para que una persona pueda ser aprobada para participar en la toma de decisiones, se les exige tres condiciones:

1.)  Actuar voluntariamente
2.)  Tener la mayoría de información para poder tomar la decisión mas concreta
3.)  Tener la capacidad para la toma de decisiones

Pero aun es más problemático, es la forma por el cual se evalúe esta capacitación. Es comúnmente que se les pida ayuda a profesionales como psiquiatrías y psicólogos, por eso estos profesionales deben de tener las herramientas claves para poder llevar una evaluación como esta.  La capacitación no es del todo científica, si no de herramientas o protocolos de evaluación, pero aun así de teme, ya que esto no significa que la evaluación sea perfecto.
En 1977 tres autores de la Universidad de Pittsburgh, Pensilvania Western Psychiatric Institute and Clinic, publican lo que se considero el primer trabajo en relación de la evaluación de la capacidad. En  esta publicación se encuentra lo que se le llama tests de capacidad, que se utilizaba en el mundo judicial y el ámbito clínico. En ello se encuentra:

1.)  El paciente es capaz de expresar una elección:
Se plantea unas exigencias mínimas para que un paciente sea declarado capaz. Éste tan solo tiene que manifestarse a favor o en contra del procedimiento diagnóstico o terapéutico propuesto. No se hace por tanto una valoración de la calidad de la decisión del paciente en ningún sentido, bastando sólo con un «sí», un «no» o un simple «escoja Ud., doctor».

2.)  El paciente toma una decisión «razonable»:
El paciente se considera capaz si toma una decisión que pueda ser considerada «correcta» o «responsable». Ésta es la que tomaría una persona «razonable» si se encontrara en la misma posición que el paciente. El énfasis se pone por tanto en el resultado del proceso de toma de decisiones por parte del paciente, más que en el mero hecho de si la decisión existe o en la forma en que ésta se alcanzó.

3.)  El paciente toma una decisión basada en motivos «racionales»:
Evalúa la «calidad» del proceso de razonamiento del paciente más que el «resultado» del mismo. Pretende así detectar aquellas decisiones que pudieran ser debidas a una enfermedad mental que afectara al raciocinio del sujeto.

4.)  El paciente comprende los riesgos, beneficios y alternativas del tratamiento (incluyendo el no-tratamiento):
El proceso de toma de decisiones de un paciente no necesita ni ser necesariamente «racional» ni producir un resultado «razonable». Pero lo que sí resulta imprescindible, para que el paciente pueda ser considerado capaz, es un grado suficiente de comprensión de la información necesaria para tomar esa decisión, y ello aun cuando el paciente otorgue a cada aspecto de esa información un valor distinto al que le concede el sanitario.

5.)  El paciente comprende realmente todos los aspectos relevantes de la decisión a tomar y emite un consentimiento verdaderamente voluntario e informado:
Establece la capacidad o no del sujeto analizando a posteriori cómo el paciente ha comprendido la situación en que se encuentra, la información relevante y cómo ha evaluado estos datos para tomar finalmente una decisión. Se trata de un test exigente, que obliga al sanitario a realizar un minucioso control del proceso de toma de decisiones.

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